Es bien sabido que Bowie es un genio. Recientemente, quizá, cuando escuchamos su nombre se nos viene a la mente Tilda Swinton y los videos para promocionar su más reciente disco The Next Day (Columbia, 2013). O tal vez, siempre vendrá a la mente aquella imagen forjada con su legendario The Rise and Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars (RCA, 1972), o el rayo colorado que cruza su faz en su sucesor Aladdin Sane (RCA, 1973). Sea como sea, Bowie es un referente de la música y la cultura pop.
Por otro lado, ¿qué sería de la última etapa de los ochenta y principios de los noventa sin Guns N’ Roses y los Stone Temple Pilots? La locura desatada. La jungla de asfalto plasmada en dos bandas que condensaron la energía juvenil en sus creaciones que ayudaron a definir —cada cual en su género—, una parte de la generación. No obstante, los años venideros siempre se encontraron llenos de conflictos. Sabemos de la malísima relación de Slash con Axl y también nos enteramos de la expulsión de Scott Weiland de los Stone Temple Pilots por problemillas con sustancias —caso curioso el de Velvet Revolver, que en un punto unió a los Guns con los STP gracias a la sustitución de Rose por Weiland. Hoy, el encargado de los lastimados Stone Temple Pilots, es aquel vocalista oxigenado que deslumbró (sí, "deslumbró" es un adjetivo que admite polémica) en los años dos mil con Linkin’ Park: Chester Bennington. Pero, ¿por qué tanta rememoración?
El pasado 30 de mayo en el Club Nokia de Los Ángeles, Chester Bennington con su antaña nueva banda, invitó al escenario a un sombrerudo que se hace llamar Slash, además de Duff McKagan, el bajista encargado de canciones como “Nightrain” o “Paradise City”. Juntos, Stone Temple Pilots y los invitados gunsnroseros, interpretaron el clásico perpetuado por Mott the Hoople “All The Young Dudes”, canción que, como algunos ya sabrán u otros habrán intuido, fue escrita por el “Thin White Duke”, el genio David Bowie.
Disfruten de la interpretación: