por Miguel López Valdivia
Amo Morelia por tantas razones que me alcanzarían para escribir un texto completo, pero una de ellas, y yo diría que es la más importante para que surja esta relación tan linda que tengo con el Festival, es el hecho de que traen la Semana de la Crítica completa: una selección del Festival de Cannes que consiste en siete películas, ya sean de ficción o documental, que sean el primer o segundo trabajo del realizador. ¿Qué tiene de asombrosa la Semana de la Crítica? No es el hecho de que todas sean grandes películas -pues hay que aceptar que algunas son bastante malas-, sino que puedes ser testigo de la nueva ola vanguardista de cine a nivel mundial. Para est texto escribiré sobre Suzanne, segundo largometraje de Katell Quillévéré que nos lleva a un mundo en el que el amor lo construye y destruye todo.
Protagonizada por Sara Forestier (El Perfume, 2006) Suzanne, narra la historia de la evolución de una familia tras la muerte de la madre y de cómo la relación entre ella, su hermana y su papá se destruye y regenera a partir de sus malas decisiones de vida.
Lo que sorprende de la película a parte de la actuación de la protagonista, así como de François Damiens (La delicadeza, 2011) y Adèle Haenel (Water Lilies, 2007) son dos cosas: el ritmo y el tono que Quillévéré logra. La otra es la manera en la que toma el amor no sólo como creador de maravillas, sino también como productor de pecados, lo que la hace una película mucho menos trillada y más redonda.
La estructura del guión es magnífica, ya que no se basa únicamente en un episodio de su vida -que es el camino que normalmente tomarían películas del estilo-, sino que son muchos manchones de vida a lo largo de los años, lo que la va formando como una cinta completa, y que cuenta con la ventaja de que a diferencia de otras películas que han intentado hacer lo mismo, a ésta sí le sale y no crea una maraña sin pies ni cabeza.
La película está gozadora, tiene una muy buena propuesta y demuestra que el cine francés no se ha vendido ni se ha hecho un asunto de la vieja escuela, sino que es absolutamente todo lo contrario a eso. Si viniste al Festival Internacional de Cine de Morelia y la viste, date una palmada en la espalda porque revisaste una de las mejores propuestas de bajo perfil que hubo, y si no, y la llegas a ver en algún otro lugar, por favor dale el beneficio a tus ojos de ver una pieza como ésta.