¿Cómo se han formado nuestros ídolos musicales a lo largo de la historia?
Apagar por un rato MTV, Telehit, abandonar las tendencias musicales de Youtube y las listas de Spotify organizadas por un don nadie… Sacar algún disco de vinil guardado por tus padres por décadas, desempolvar la portada y redescubrir a un personaje que a través de su guitarra, su voz y su forma de actuar en el escenario había abandonado la mortalidad para convertirse en una deidad que esparce su sabiduría a través de los sonidos atrapados en cualquier formato de audio y/o video. Ponerle play y dejarse llevar por el sonido es un acto casi romántico y un poco pretencioso en el que una herencia colectiva se traspasa con la misma emoción y fuerza, a pesar de escuchar la música de un sujeto que murió hace quién sabe cuánto tiempo.
http://youtu.be/Q4liMrj1_m8
Ahora la música carece de eso; es complicado recordar los nombres de todos los integrantes de una banda. Además, ¿qué importancia tendría aprenderse los nombres si las bandas cambian de alineación cada tres minutos?
Recordamos, las caras bonitas, los que ganaron un premio mediocre o salen en tal película, aprendemos los nombres de los integrantes de las bandas headliners en los festivales de moda y unas cuantas semanas después desechamos la información frente a la inutilidad de tales datos en la vida acelerada de los conciertos y eventos de la ciudad.
Detrás de todas estas bandas basura, se encuentra sin querer serlo, una banda con la esencia de aquellos tiempos color pastel, con la energía para golpear las articulaciones de un millenial para ponerlo a bailar y el sentimiento de los más entregados a las formas más teatrales y viscerales de ser músico. Su nombre: Future Islands.
http://youtu.be/bvkE9auNyNc
La banda es liderada por Samuel Herring, un sujeto que se ve golpeado por la vida a pesar de estar rondando los treinta años. Su rostro, que transmite una especie de dolor, y su voz dan vida a cada una de las canciones, las cuales parecieran historias de Herring a lo largo de su existencia. William, Gerrit y Michael hacen que las desgarradoras palabras de Welmers tengan acordes y se conviertan entonces en una obra de arte en el escenario, que acaricia por momentos a las mejores épocas del new wave y el synth-pop, como una extraña versión anglo de José Luis Rodriguez “El Puma”.
No podemos dejar a un lado, además de una excelente propuesta musical, la razón por la que en realidad hay una explosión de amor por Future Islands: los pasos de baile de Herring, los golpes, la mirada desencajada... Todo el lenguaje visual del vocalista que puede cambiar según el estado de ánimo, el lugar y el público.
NRMAL es la oportunidad que tiene México para encontrarse con estos señores, además de ser un paso más en un camino que parece estar perfectamente delimitado por una ruta que parece llevarlos rápidamente a un lugar privilegiado de la historia musical.
http://youtu.be/rAkqVipk8Fs